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De turistas en el Inle Lake

Con los días contados en Myanmar, decidimos hacer la turisteada de comprar lo que nos ofreció el hostel en el que nos hospedamos, Dreamland Guesthouse. Nosotros queríamos hacer un recorrido por el lago en un bote y teníamos la info para encargarnos nosotros mismo de contratarlo porque habíamos leído en un par de blogs acerca de los tipos de recorridos, los precios, los horarios, los pro y contras, etc. Pero cuando el hostel nos ofreció, fue más cómodo, y compramos.

You get what you pay. Esa es la cuestión. Apenas navegamos lago adentro, nos dimos cuenta de la turisteada en la que nos habíamos metido. En dos barcas a nuestra izquierda posaban para la foto unos supuestos pescadores con la famosa red de pesca tradicional. Cien metros más adelante, estaban trabajando los verdaderos pescadores, con redes modernas, aunque con su pie enrollado al remo, como sí es una costumbre que se sigue aplicando. Si digo que saqué menos de ciento cincuenta fotos en menos de una hora, miento. La luz de la mañana, la bruma de las plantaciones quemadas y los birmanos trabajando en sus barcas, hacían una combinación perfecta.

Primer parada del recorrido, Phaung Daw U Pagoda. Botes por todos lados, gente descalza, vendedores de chucherías tirando precios desorbitados por ellas al tiempo que te aclaraban I make a special discount for you. Recorrimos los pasillos del mercado y compramos, a buen regateo, una estatuita en madera de una mujer de la tribu Long Neck. Volvimos al botecito y nuestro chofer nos llevó a la aldea flotante Ywama, donde frenó en dos lugares en los que seguramente iba a tener una comisión si llegábamos a comprar algo, cosa que no hicimos. El primero fue una platería donde hacía todo el trabajo a mano y podíamos ver el proceso, algo que fue interesante, por más de que estuviera armado para turistas. El segundo en el que pararíamos, nos había dicho que iba a ser donde las señoras Long Neck. La decepción cuando, tras hacer 100 metros, estábamos frenando en otra casita, y esta vez, sí que era un show armado para turistas. Ya de mala gana, entramos a la local donde, al fondo, dos chicas con aros en el cuello y las piernas, apenas vernos se sentaron cada una frente a un telar empezaron a trabajar, mientras las que atendían el local nos decían It´s OK, you can take a picture. “No pienso sacar una puta foto!!!” le dije a Juangre. Estaba muy enojada. Es verdad que las chicas sabían lo que hacían y se notaba que verdaderamente tejían en telar; pero ese show armado para la foto no nos lo tragábamos. Nos fuimos a los 3 segundos, después de la 5 vez que la señora nos dijera que estaba bien, que sacáramos la foto.

Nuestro guía nos llevó a un restaurante donde seguro tenía la comida gratis por habernos traído, y comimos una comida que no era lo que pensábamos que habíamos ordenado (en este país siempre es una sorpresa lo que te van a traer, jamás coincide con lo que te imaginás que es de acuerdo a lo que dice el menú).

Después de comer le pedimos al chofer que nos lleve a recorrer un poco la aldea, pero se hizo el sota e hizo lo que él quería – terminar rápido el recorrido que tenía armado para irse a su casa -. Nos llevó por una pequeña aldea hasta llegar a los jardines o huertas flotantes, donde había personas trabajando en los tomates, zapallos, pepinos y chilis. Al salir de los jardines, llegamos al monasterio Nga Phe Chaung, la última parada de nuestro day tour. Sacamos una fotelis, leímos unos afiches con “pasajes” de la historia del Budismo (¡¡que estaban en inglés!!) y fuimos a despertar al guía que se había tirado un siestita en el piso del muelle.

Los turistas ya se iban, pero los birmanos seguían trabajando en el lago. El día todavía no terminaba para ellos.

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