2560, el año del Gallo
- Juangre Sosa
- 1 feb 2017
- 3 Min. de lectura
Pasamos tres días en la histórica ciudad de Ayutthaya, la que fue alguna vez la capital de este país cuando su nombre era Siam, y no Tailandia. Repleta de las ruinas de templos de aquella época (entre 1300-1700) esas edificaciones le dan a la ciudad un toque mágico. Uno puede imaginarse a los grandes reyes de Siam vestidos en elegantes y coloridos atuendos, rodeados de por sus fieles súbditos, los habitantes del lugar, todos inclinados ante la imagen del Buda, y llevando ofrendas humeantes y perfumadas a las deidades para que los protejan. Durante el día caminamos y pedaleamos por el pequeño centro, rodeado por ríos y lleno de lagunas y arroyos. Hay un gran parque, en el que se concentran la mayoría de las ruinas. Miles de pedazos de estatuas de Buda esparcidos por el suelo y sus cuerpos sin cabeza, conmemoran el ataque del pueblo birmano a la ciudad, allá por el 1767. En su lado oeste del parque, se encuentra la estatua del Buda reclinado mas grande de este Patrimonio de la Humanidad. En este parque también hay una supuesta reserva de elefantes, pero es triste ver que a lo que llaman reserva es en realidad una atracción turística - para esos turistas que pagan para dar un paseo por las calles de Ayutthaya en elefante, muy natural -.

Durante la noche, la ciudad se transforma y aparecen miles de personas desesperadas por comprar. Y por suerte hay mucha oferta! El mercado nocturno de Ayutthaya es una cosa de locos, cuadras y cuadras de puestitos con lo que te imagines, pero sobre todo, con comida. Frutas, jugos, helados, golosinas, panqueques, donas, cañas de azucar, pinchos con salchichas, chorizos, pollo, cerdo, carne, pajaritos, pescado, frutos de mar de todo tipo, forma y color, picante o con pasta de maní, con salsa barbacoa, con salsas indescifrables. Sopas, noodles, arroz, frito o cocido, currys, ensaladas, nueces, almendras, maníes, avellanas, y miles de cosas mas que no conocemos, ni tampoco pudimos entender que eran. Y el mercado sigue con su oferta, ropa,zapatillas, muebles de madera, colchones, anteojos, relojes, juguetes! Hay también una mesas para jugar al bingo y juegos de kermesse, una bandita de chicos locales cantando música thai y, como si esto fuera poco, juegos de parque de diversiones como el samba, la calesita y mas. Todo con luces de colores, flashes y musica al palo. No nos olvidemos de la gente desesperada recorriendo del mercado, por favor, eso es lo que le da vida a este corso.
El día que fuimos pensamos que tal vez era una ocasión especial, y que por eso estaba repleto de gente, pero al día siguiente pasamos por ahí a las 4.30 de la tarde, y estaba todo casi listo para empezar la ronda otra vez esa noche! Incluso, ya había unos cuantos desesperados regatendo precios y comprando lo que se les ofreciera.
Pero esa noche no volvimos al mercado nocturno, porque cuando estábamos yendo a devolver las bicicletas que habíamos alquilado, nos cruzamos con un desfile por el Año Nuevo Chino. Guiados por la comparsa, llegamos a otro mercado, este preparado para las celebraciones del año nuevo 2560, iniciado este pasado 29 de enero. Alucinados por los atuendos, la música, los dragones que danzaban al ritmo de los tambores y platillos y abrían las bocas para recibir los billetes que los compatriotas les entregaban, caminamos por esas calles impregnándonos de la cultura china. Picoteando por aquí y por allá, al caer la noche nos sentamos frente a un escenario montado bajo una gran bandera nacional, para disfrutar de la música y las danzas típicas que interpretaban los niños de un colegio chino.
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