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SOUTH ISLAND

  • Foto del escritor: Juangre Sosa
    Juangre Sosa
  • 8 dic 2016
  • 4 Min. de lectura

CAPITULO 1

Este capítulo empieza un hermoso sábado 3 de diciembre, cuando Juangre terminó de trabajar. Después de 10 meses de trabajar en el tambo y disfrutar de nuestra magnífica casita Huia, armamos nuestros bolsos y otras tantas bolsas y bolsitos, los metimos en el auto como pudimos y salimos, no antes sin mover las vacas por última vez. A las 5 de la tarde, pasamos por el Bridge Café a devolver las llaves, dejamos unos pantalones que acabábamos de vender por Facebook a una chica que vivía en Masterton, y llegamos a la casa de Annette en Cartenton para pasar la noche. Nos cocinó una picante pasta con salsa bolgnesa y nos despedimos hasta la próxima, porque al día siguiente nos fuimos a las 6am.

Tempranito y bien gris nos recibió Wellington para despedirnos al Sur.

Impresionados por el tamaño, nos metimos en el Interislander para navegar hasta Picton, la ciudad portuaria gateway de la Isla Sur neoceolandeza. Tras comprar un pancito, buscamos un lindo lugar frente al mar para hacer nuestro pic-nic y dormir una siestita. Lamentablemente el tiempo siguió feo, pero nada nos detuvo a inflar el bote y tirar al mar. Fue corto el paseo, pero nos entrenó para los días que siguieron.

A la tarde siguimos manejando por los Malborough Sounds. No se cuál es la traducción exacta al castellano de Sounds, pero es como un delta de mar. Muchas penínsulas con bahías e islitas, montañas o sierras con mucha vegetación, una locura de lindo y pacífico.

Llegamos a la Mastletoe Bay y armamos la carpa en un camping bien equipado, salvo por heladeras. Decidimos comer que lo que podía echar a

perder y terminamos comiendo unos ricos fideos con queso crema, espinaca, rucula, cebolla y mostaza. Al día siguiente (seguía nublado), durante el desayuno, nos dimos cuenta de que había un cuarto especial para las heladeras. Nos queríamos morir! Que campingueros principiantes... Estos campingueros siguieron viaje hacia el norte por la Kenepuru Road, y gracias a que algunas nubes decidieron correrse pudimos empezar a apreciar la belleza de los Malborough Sounds. Llegamos a un camping chiquito en Cowshed Bay y nos sentamos en la costa con nuestras "silletas" a almorzar arroz con huevo y atún. La marea empezó a subir de a poco, y jugamos a que una moneda decidiera si tirábamos el bote en el mar o no. La moneda nos obligó a sacar el bote del baúl, inflarlo, armarlo, ponernos los chalecos salvavidas y empezar a remar mientras el cielo se iba despejando mostrándonos un mar verde esmeralda.

Llegamos hasta la Take In Bay y nos bajamos en un pedacito de playa que unía esa bahía con la del otro lado. Una locura. Al volver, mateamos un rato y Juangre volvió a salir con el bote más tarde. En esa navegada llegó más lejos y en medio del mar estuvo rodeado por medusas.

la tarde se fue poniendo linda y a medida que caía el sol empezaron a llegar los caminantes del Queen Charlotte Track, que corre paralelo a la ruta. Decidimos armar la carpa frente al mar y salir a caminar un poco antes de comer. Cuando volvimos Juangre se dió una ducha de agua fria (no porque estuviera caliente, sino porque era la única opción) y comimos un pescado recién sacado del agua que nos habían regalado unos señores que estaban intaladísimos en el camping con su super motorhome. Lo disfrutamos con los restos del arroz y un vinito que me había regalado Vero y Hernán para mi cumpleaños. Bien guardado para la ocasión. Festejamos el inicio de una largas vacaciones.

El martes 6 de diciembre levantamos campamento, literalmente, y como buenos truchos mochileros nos fuimos a tomar un desayuno al café de un Resort mirando el mar en Broughton Bay. Ya con el café corriendo por la sangre seguimos viaje hasta la ciudad Nelson, la que nos recibió bien nublada. Almorzamos pobremente en una estación de servicio BP, donde conectamos celulares a Wi-Fi y cargamos crédito para llamar a la embajada de Francia. Después de charlar con la antipática de la recepcionista, nos fuimos a comprar provisiones al super y a hacer un rápido paseo por la simpática Nelson. En la catedral anglicana de la ciudad nos encontramos con una exposición de árboles de Navidad hechos por todas las comunidades de la región. En el i-Site nos llenamos los bolsillos de folletos y seguimos manejando, pasando por Richmond, Motueka hasta Kaiteriteri, y volvimos a armar la carpa.

Con el cantar de los pajaritos nos levantamos al día siguiente y partimos con la lluvia a hacer el famoso Abel Tasman Coast Track. Nos encapuchamos y caminamos varias horas por la senda transitada por muchos caminantes, algunos con mochilotas, otros con camperas de lluvia con capucha con visera, uno con sweater de hilo, y otros con paraguas. Pero todos por igual disfrutamos del maravilloso paisaje del parque y el mar. Ese mar intenso, turquesa, verde, azul, transparente. Incluso con el cielo gris, gris, gris, el agua seguía teniendo colores brillantes.

Al llegar a Appletree Bay nos refugimos bajo las rocas y comimos una galletitas, observando a una pareja que, bajo la lluvia, en el medio de la playa, armaba una carpita para pasar la noche. Unidos por el mismo sentimiento de incredulidad y lástima hacia aquellas dos personas, juntamos fuerzas para retornar parloteando todo el camino y llegar al baño público de la entrada del parque donde nos cambiamos la ropa empapada y subimos al auto, felices de estar bajo techo y satisfechos por haber conocido una partecita del paraíso del Tasman.

Almorzamos en el auto una riquísima ensala de cous cous y manejamos hasta el mini pueblo de Collingwood guiados por el Campermate hasta un hostel que estaba cerrado. Reculamos hasta otro hostel, el Shambhala. Esa noche no armaríamos la carpa.


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© Juangre & Popi ON ROAD. 2015 | 2017

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