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4 días en el Paraíso

  • Popi
  • 6 mar 2016
  • 2 Min. de lectura

El jueves temprano partí sin marido hacia Palmerston North para emprender un viaje de visita a mis queridas amigas Emi, Agus y Jochu.

De gauchada, Jime y Luca me acomodaron en su auto como pudieron, y me sumé a las largas 7 horas de auto por las hermosas rutas neoceolandezas hasta Auckland. Más temprano de lo previsto, llegamos a Half Moon Bay, y como pasa en este país, la tan amable señora que atendía la boletería del ferry, nos ofreció que viajemos en el que salía a esa hora porque había lugar. Así que, después de difrutar de andar por el mar turquesa de Auckland, llegamos a las 17hs a la paradisíaca isla de Waihake (<<uaijiki>> para los kiwis).

Emi cerraba la heladería Tip Top en la que trabaja cuando estacionamos en Onetangi Bay. La buscamos a Jochu en el Bar de al lado y cuando terminó de trabajar bajamos a la playa. Cuando bajó el sol, volvimos al bar y nos tomamos la cervecita gratis que les dan a la chicas en el bar después de trabajar. ¿Qué tal, eh? Una gratis cada día. A la noche, ya en la casa, llegó Agus del restaurante del viñedo donde cocina postres y la comida para los kids. Ahí sí nos reunimos las cuatro.

Del bar caminamos unos 10 minutos en subida hasta la casa de las chicas. Este señor maori, "el patrón", apodado por las chicas en la intimidad del idioma, tiene la típica cualidad kiwi: su casa es un quilombo. Pero además de esa, tiene un par más que le son únicas, como por ejemplo, que le gusta dejar todo, absolutamente todo, abierto las 24hs del día, porque "le gusta ventilar". Así que así se pude apreciar la seguridad que hay en la isla, ya que, por supuesto, no hay rejas, y ni hablar de llaves; casi ni de puertas se puede hablar. La segunda es la preocupante adicción de este hombre a las alfombras. Las tiene por toda la casa, todas distintas, viejas, nuevas, encimadas, adentro y afuera, hasta en el baño. Más allá de eso, a lo largo de los días, mostró su amabilidad y nos pasamos números de contacto, prometiendo que cuando vuelva con mi marido a la isla lo llamaré, y él me conseguirá alojamiento y trabajo.

Los días pasaron hermosos, clima espectacular, playas alucinantes, vistas increíbles, tardes de charlas, atardeceres inolvidables, noches divertidas y compañia, la mejor.

De la isla me llevo lindísimos recuerdos, y nuevos pensamientos, con los que masticar y compartir.

El paraíso existe en Waiheke, pero se puede llevar a todos lados en el alma.


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© Juangre & Popi ON ROAD. 2015 | 2017

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